La infidelidad es un acto que puede suceder por diferentes causas. Es por ello que, desde el enfoque psicológico, debemos realizar una evaluación minuciosa de cada caso particular para llegar a una comprensión profunda de lo sucedido en la relación y, desde ahí, poder abrir nuevas vías en la pareja para sanar, en la medida de lo posible, el daño producido.
Aunque no siempre vamos lograr un final feliz en terapia, en muchas ocasiones localizaremos y trataremos el daño ocasionado, permitiendo a las parejas continuar con una relación basada en el amor, minorizando la culpa y los reproches que estas situaciones suelen producir.
En este artículo abordaremos algunas cuestiones que nos permitan entender mejor qué se esconde tras la infidelidad y cómo poder actuar una vez producida. Debido a la particularidad de cada caso, tal vez no te sientas identificado/a con algunas de las cuestiones expuestas. El fundamento de este texto se basa, principalmente, en los casos observados cotidianamente en la práctica clínica.
"Fiel" es un término que proviene del latín "fĭdēlis", y que hace referencia a aquella persona o cosa que aporta confianza y seguridad. A su vez, algunas religiones utilizan la palabra "fiel" para referirse a aquella persona que obra siguiendo las doctrinas establecidas por dicha religión. Deducimos de esto que el infiel será todo aquel que incumpla dicho dogma.
Realmente no cambia mucho la manera de emplear el término "infidelidad" cuando hablamos de relaciones de pareja, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿cuál es el dogma de una relación de pareja? ¿quién lo establece?
No hay una única respuesta a esto, puesto que las normas de una relación vendrán establecidas por patrones socio-culturales, y otras cuestiones subjetivas que se juegan dentro de cada relación de pareja.
Según diversos investigadores, no existen evidencias científicas que respalden la naturaleza de la monogamia en el ser humano. En términos puramente biológicos, la poligamia sería el modelo vincular que propiciaría una mejor conservación y evolución de nuestra especie. Estos hechos nos llevan a pensar que la monogamia es, por lo tanto, una construcción cultural, que tiene más que ver con el psiquismo humano que con la biología. Tal vez sea esta lucha entre lo psíquico y lo natural una de las razones que puedan emplearse para explicar el alto porcentaje de infidelidades que se producen en nuestra sociedad. A continuación indagaremos más en las cuestiones psíquicas.
El inicio de una relación amorosa suele vivirse con una pasión exacerbada. En ese momento nos encontramos con un otro prácticamente desconocido, al que investimos con cualidades y valores fruto de nuestro imaginario, y le otorgamos el poder de darnos aquello que nos falta, fantaseando con la falsa idea de que a su lado nos sentimos completos, (las famosa media naranja).
Todas las personas tenemos rasgos narcisistas que comenzamos a construir muy tempranamente en los primeros meses de vida. Sin entrar en materia, entendemos que es nuestro narcisismo el que nos permite entrar en contacto con el deseo.
Pero ¿qué vamos a desear? la respuesta es sencilla, vamos a desear aquello que creemos que nos falta para sentirnos completos. Además, a través de nuestro narcisismo instalamos un sentimiento de pertenencia respecto al objeto deseado. En este caso llegamos a creer, en cierto modo, que el "amor" o deseo de nuestra pareja nos pertenece. Es por ello que, habitualmente, veremos nuestra relación en riesgo cada vez que aparezca un tercero/a en escena que amenace con ser un posible objeto de deseo para nuestra pareja. Ese sentimiento de pertenencia, unido al beneplácito cultural, son elementos imprescindibles para comprender la construcción de las relaciones monógamas en la actualidad.
A su vez, el ideal de pareja, como hemos citado, pertenece al orden de lo imaginario (lo fantaseado), y lo construimos desde la infancia a partir de nuestras experiencias de vida, nuestros vínculos y nuestro modelo cultural. Pero con el tiempo iremos conociendo más a nuestra pareja, y sus "defectos" se harán más visibles. Nuestra venda cae estrepitosamente, desmontando el ideal de pareja, lo que nos llevará al encuentro con un "otro" que también está en falta, es decir, que nuestra pareja no es tan maravilloso como habíamos imaginado y que, por lo tanto, no nos puede completar, (la media naranja pasa a ser un gajo de limón en el mejor de los casos).
Aquí se desarma el amor pasional y se abren nuevas opciones: aceptar a ese amor faltante, alejarse de él, o mantener el amor faltante tratando de completarlo por otro lado.
Es a partir de este momento donde existen más probabilidades de que se produzca algún acto de infidelidad, puesto que al chocarse nuevamente con la falta, la persona tenderá a buscar erráticamente la completud fuera de la relación.
Como anunciábamos al inicio del artículo, el acto infiel puede presentarse de diferentes maneras, y en muchos casos dependerá de las normas implícitas de la propia relación. Así pues, aunque el acto infiel por excelencia sea la consumación de relaciones sexuales fuera de pareja, en la clínica nos encontraremos casos donde los/las pacientes tienen sensación de que sus parejas les están siendo infieles porque: siguen en contacto con sus ex-parejas, quedan a solas con otras amistades, les gusta flirtear con otras personas y sentirse deseados/as, tiene fantasías sexuales con otras personas, no son demasiado comunicativos...
Lo importante en estos casos es comunicar, poder hacer explícito lo que cada parte de la relación considera una traición o infidelidad. Exponer las reglas del juego abiertamente permite conocer dónde están los límites, y lo más importante, si esos límites van a poder jugarse por ambas partes, sin necesidad de la mutilación absoluta de su deseo, porque donde no hay deseo no hay juego.
Poder negociar en pareja las reglas de juego permitirá que se pueda seguir jugando. Sin embargo, hay que asumir que, en toda negociación, ambas partes deben estar dispuestas a ceder en algo.
También hay que contar con que cada parte tendrá valores que no admitirán negociación posible. Es decir, no siempre se podrá jugar, y en estos casos es mejor buscar otro/a compañero/a de juego que comparta unas reglas más próximas a las nuestras.
Si te estás preguntando si existe algún perfil concreto de personalidad que nos de pistas de si una persona puede cometer un acto de infidelidad, la respuesta es NO, siempre y cuando nos refiramos a estructuras neuróticas, dentro de las cuales se enmarca la mayoría de las personas. Aunque podemos añadir algunos matices a la respuesta.
En muchos casos, los actos de infidelidad se van a cometer por lo citado anteriormente: Una de las partes observa una carencia en su pareja y busca tapar dicha carencia fuera de la relación. ¿Cuál es la carencia? algunas respuestas que encontramos en terapia son: "Tengo la sensación de que mi pareja ya no me desea", "La relación se ha vuelto muy monótona", "mi pareja ya no quiere tener sexo conmigo", "desde que tenemos hijos me siento desplazado/a", "Actúa más como mi madre/padre que como mi pareja"...
Tras leer los ejemplos, algunas personas os preguntaréis "Si tan mal está en su relación, ¿por qué no busca ayuda o deja a su pareja? ¿por qué recurre tan egoístamente a la infidelidad?"
Responder a esto no es sencillo, cada persona crea sus propios mecanismos de defensa para afrontar sus problemas emocionales, y muchas veces no somos capaces de abordar estas situaciones de la forma más sincera y saludable. No es mi intención justificarlo, pero sí poner el acento en que todos estamos atravesados por la falta y por tanto, en ocasiones necesitaremos de ayuda profesional para poder llevar dichas cuestiones con honestidad y madurez. También considero importante dar cuenta de que, el acto de infidelidad es un acto narcisista, en el cual se priva de libertad al otro. Libertad para elegir si quiere seguir jugando con esas reglas.
Por otra parte, aunque no es lo más frecuente, creo conveniente mencionar que dentro de las estructuras clínicas de personalidad, el perfil perverso puede ser más propenso a la infidelidad. Las personas con tendencia a la perversión se caracterizan, entre otras cosas, por la ausencia de culpa. Por lo tanto, suelen rebasar los límites establecidos sin sentirse mal por ello. Algunos de estos perfiles, son conocidos cotidianamente como psicópatas o sociópatas, también lo observaremos en perfiles que presenten un trastornos narcisista de la personalidad. Dichas personas no necesariamente cometen actos delictivos, muchas veces son capaces de integrarse en la sociedad adoptando una falsa apariencia con la que poder desenvolverse satisfactoriamente.
Dejando a un lado el perfil perverso, en la mayoría de casos la infidelidad se presenta como un síntoma de que algo en la relación de pareja no está funcionando y no sale a la luz. Es por ello que, si aún hay deseo de mantener la relación por ambas partes, es altamente aconsejable acudir a Terapia de Pareja.
Destapar una infidelidad en la pareja supone un daño profundo en la relación, un daño que es bilateral, pero que en cada una de las partes se va a presentar de manera diferente.
La parte traicionada se encuentra repentinamente con una sensación de absoluta desconfianza hacia su pareja. Una desconfianza que normalmente se queda fijada y que costará mucho revertir. Esa traición también traerá sentimientos de rabia hacia su pareja, y por supuesto, infinidad de reproches sobre ese acto y otras actuaciones pasadas. También aflorarán las ganas de vengarse de lo sucedido para restablecer el equilibrio. A veces, dicha venganza se ejecutará a modo de abandono precipitado, pero en otras situaciones nos encontraremos con que la persona traicionada prefiere mantenerse en la relación, ofreciendo nuevas "oportunidades" que nunca serán gratuitas.
Por su parte, la persona que ha cometido la infidelidad conecta habitualmente con un sentimiento de culpa que le inunda, cargando a sus espaldas un gran peso que no resultará fácil de soltar. La culpa no siempre será la reacción inicial, puesto que en ocasiones, para evitar la angustiosa culpa, tratará de esconderse en reproches pasados (que ahora salen a la luz), en un intento de devolverle la pelota al otro para justificar sus actos. En cualquiera de los casos, la culpa siempre estará operando.
En el momento en el que se establece quién es la persona traicionada y quien es la culpable se inicia una lucha de poder, donde la que se siente víctima de la infidelidad tomará una posición dominante frente a quien siente culpa que asume el rol sumiso (ojo, que en relaciones donde predomine el maltrato, los roles nunca se cambiarán). Y en el caso de que la pareja decida seguir adelante con estas nuevas posiciones, sin trabajarlas adecuadamente, la relación se mantendrá en desequilibrio y cada vez costará más sobrellevarla. Porque la "víctima" seguirá guardando su hostilidad ante lo sucedido y lo utilizará en todo momento exigiendo satisfacción por el daño producido. Mientras que la parte "culpable" sentirá que cada vez pesa más su carga, y tiene que resarcirse de lo sucedido de por vida.
Desde esta descompensación ya no puede crearse nada del lado del amor.
Si las dos partes afectadas en la infidelidad optan por seguir adelante pero no encuentran la forma de restablecer el equilibrio en pareja, la psicoterapia es un espacio donde poder sanar el daño producido.
El/la psicoterapeuta se posiciona como un tercero arbitrario. Su labor será la de escuchar sin juicio lo sucedido en cada caso, evaluando lo ocurrido y acompañando a ambas partes por igual, ayudándoles a comprender el origen de la infidelidad y permitiendo nuevos escenarios en el tablero de juego.
Sólo cuando ambas partes toman consciencia de lo ocurrido en la relación se podrá abrir una puerta hacia el perdón. Hablamos pues de un perdón consciente que sea realmente reparador.
Otros autores, como Joan Garriga, defienden la postura de devolver el equilibrio a través de lo que llama "venganza con amor", puesto que postulan que llegar a un perdón verdadero es una tarea compleja que requiere de mucho trabajo personal y tiempo. Dicha venganza con amor no necesariamente deberá jugarse de la misma forma, procurando que el daño producido sea menor que el original.
Cuando se produce dicha venganza se consigue restablece el sentimiento de justicia. Ninguna de las partes queda en una posición de superioridad moral, puesto que ambas han cometido un acto que les convierte en seres imperfectos, investidos por la falta. Así pues, se alivia la culpa de la persona infiel, que siente que ya ha sido castigado, mientras que la persona que tenía un sentimiento de traición puede exteriorizar su rabia y desprenderse de ella tras dicho acto.
Como veis las fórmulas para tratar la infidelidad en pareja desde la psicoterapia son muchas y muy creativas, pero todas parten del seno de la comprensión de su origen para, posteriormente, restablecer un orden donde la ambas partes puedan seguir mirándose desde el amor al
otro. Ese
otro que, a pesar de no ser perfecto, elijo día a día como compañero de vida.
En Adarve somos especialistas en Terapia de Pareja y terapia individual. Si te has sentido identificado/a con el texto, podemos ayudarte a superar un proceso de infidelidad. Estamos en Alicante y también realizamos terapia Online. Contacta con nosotros para más información.
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